Valencia y su obsequio al Rey
En tiempos difíciles y confusos de la guerra de independencia era común que las ciudades de la Capitanía General de Venezuela pasaran del control de la corona española al ejército republicano y viceversa. Ya para 1815 la ciudad de Valencia había tenido dos asedios y específicamente finalizando el mes de septiembre de ese año estaba bajo el mando de la corona española.
En ocasiones se lee en Actas del Cabildo que la mayoría del tiempo Valencia fue una ciudad realista, se agrega a esta información una
nota de prensa de octubre de 1815 que detalla con precisión una festividad que
se realiza en honor al Rey Fernando VII, dejando en claro que para ese
momento tanto la ciudad como sus ciudadanos “Eran
más que nunca realistas”.
Los ciudadanos junto a las autoridades
militares y eclesiásticas deciden ubicar el obsequio monárquico: un busto del Rey
Fernando VII en la sala capitular de la Casa Consistorial “para que esta función se solemnizase en debida forma en obsequio del
mejor de todos los reyes” luego, se dispone a llevar el busto a la iglesia
principal de la ciudad. Al día siguiente el cura párroco Dr. Francisco Xavier Narvarte
canta una misa solemne acompañado de una orquesta.
El relato: “La
tropa de infantería de Castilla que guarnece esta plaza, estuvo formada en la
puerta durante la misa e hizo las tres descargas de ordenanza. Dos húsares de
Fernando VII colocados a derecha e izquierda del real busto con espada en
manos, seis en igual forma frente del altar mayor y los restantes formados en
el atrio”.
Se canta un solemne Te Deum a las cuatro de la
tarde, con el escenario ya preparado para que los fusileros de Castilla transitaran
una vez culminado el acto, sacan el busto del Rey Fernando VII y lo suben al
carro triunfal que esperaba en la puerta de la iglesia.
“Delante del carro
iban dos húsares a caballo, espada en mano como batidores de S.M.: Otras dos en
igual forma a derecha e izquierda: luego seguían en cuerpo las tres autoridades
reunidas: y finalmente la columna de granaderos de Castilla que hizo dos
descargas, la una al salir el real busto de la iglesia y la otra al entrar en
su aposento” (Casa
Consistorial).
Cerrando el acompañamiento, marchan las tropas
junto a los húsares con espada en mano, avanzan
a caballo en “doble hileras con distancias
abiertas”. El señor Don Pedro Miguel Landaeta y Loaiza alguacil mayor de la
ciudad pronuncia unas palabras relacionadas a la festividad, una vez concluido
su discurso se inicia la corrida de toros como una expresión de celebración, se
prosigue con un concierto musical que perdura hasta las nueve de la noche y se
cierra con un baile que no vio conclusión sino hasta el amanecer.
Una multitud se hizo presente, hasta personas
procedentes de otras partes y aunque es probable que algunos valencianos no
asistieran a la celebración por no ser realistas, queda en esencia y con
evidencia que al concurrir a este tipo de festividades estaba implícita la “Lealtad
a la corona española” el mejor regalo: la lealtad, y aunque eran tiempos de
guerra con estas celebraciones se demostraba que aún se podía disfrutar de “Las
bondades del Rey” sellando en los rostros de todos los presentes expresiones de
gozo y estrategicamente recordarles lo que significaba el disfrute de las
fiestas reales.
IMAGEN REFERENCIAL Corresponde al Grabado de la proclamación de Fernando VII en la Plaza Mayor de Madrid. (Museo Municipal de Madrid). |
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